Retrato de Elena Moreno pintado al óleo por Fina Cejudo, tesorera
CUENTO PARA DORMIR A ELENA
Miles
de flores de palo borracho van tejido una mullida y suave alfombra rosa a tu
paso por el jardín, para que no dañes tus delicados pies. Las sicas se alinean
a ambos lados, a modo de engalanada guardia enarbolando sus sables,
protegiéndote de todo mal. Los frutos de encefalartos –tus “niños mimados”- se
intercalan entre ellas para apoyarles en la defensa de su amada Elena.
Desde
la encrucijada del camino te diriges -vestida de azul cielo- hacia las gradas
del teatro, donde pequeños topillos esperan retozar contigo, y bailar una
trepidante danza, que les enseñaste hace tiempo, para celebrar la llegada de la
primavera; ahora quieren practicar a cada rato: pumba, pumba, pum..., y tú cedes siempre, con tal de
verlos felices.
Continúas
paseando -casi sin pisar- etérea como las ninfas, complacida la mirada en cada rincón,
te perfumas con sus aromas de lavanda, rosa, tomillo, jazmín…, te lavas con su
rocío, juegas al escondite con sombras de palmeras y cipreses; saltas los
setos, y subes de vez en cuando a la copa de los árboles más altos: un álamo
blanco, un sauce, un eucaliptus… para saludar a la luna, que mira atentamente,
y te sonríe, haciendo guiños cómplices del placentero juego.
Las
fuentes acompañan tu paso con su cristalinos y acompasados sonidos: ¡plas,
plas, plas, plas, plas…!
A
la altura de la puerta principal, una bandada de pájaros cruza desde el parque
zoológico entonando una bella melodía: chiu, chiu, chiu..., despertando a los gatos y sus camadas,
quienes se unen a tan singular comitiva, que avanza hacia la rocalla.
Allí
te asomas al río, pues sabes que un banco de peces se arremolina esperando
jugar a los acertijos contigo. El rato se pasa quitándoos la palabra unos a
otros glug glub, glab glab… entre excitados y divertidos.
Acto
seguido te despides, porque tienes cita con las enredaderas de los muros, que
acuden serpenteando haciéndote cosquillas en las piernas, atrayendo tu liviano
cuerpo hacia el balancín que han construido, para subirte y bajarte: tris, tras, tris, tras..., como si de
un tiovivo de feria se tratara.
Ríes
y te alegras con todo -como siempre-, para todos tienes un cariñito,
acariciando cada planta, besando cada flor, cada animalito y ellos te
corresponden embelesados ante tanto amor.
Llega
el séquito al estanque en cuyo centro los nenúfares han preparado una verde y
preciosa cama fresca bordeada con sus flores, para amortiguar el cansancio de
tanto trote. Tú, mecida por las aguas y cubierta con el manto de la noche,
duermes tu sueño eterno con una dulzura indescriptible, con la paz y serenidad
que solamente pueden disfrutar las personas buenas.
Descansa en
paz querida amiga Elena.
Fdo: Mª Jesús Vázquez Moyano, presidenta.
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